Podría haber aterrizado en Valencia (por decir un sitio), pero lo hizo en Valladolid hace hoy 22 años. Natural de Toulouse, el empresario Didier Belondrade se enamoró de un vino elaborado con uva verdejo y conquistó Rueda. O Rueda le conquistó a él.

Así, se afincó en Nava del Rey y en el año 1994 presentó Belondrade y Lurton, un vino que revolucionó el mercado de los blancos españoles. Un verdejo fermentado y criado en barrica sobre sus lías, elegante, integrado y untuoso, que expresa la complejidad que aportan aquellos terruños.

Su apuesta por indagar en el potencial de envejecimiento de esta variedad de uva se hizo aún más patente con la inauguración, en el año 2000, de una bodega propia en el término municipal de La Seca (Valladolid), diseñada por el arquitecto Vicent Dufos du Rau.

No son pocos los que coinciden en que este, además de un vino, es una filosofía de trabajo basada en el respeto por el medio ambiente, la minuciosa selección de la uva y el mantenimiento del mosto casi un año en barrica y seis meses en botella antes de sacarlo al mercado.

También un sello familiar, ya que los otros dos vinos que elabora Didier Belondrade, junto con la enóloga Marta Baqueriz, están dedicados a sus dos hijas: Quinta Clarisa Belondrade, un rosado 100% tempranillo, y Quinta Apolonia Belondrade, el 'second vin' de Belondrade 100 % verdejo.