¿Dónde están nuestras chefs?
Noticia -02/03/2017
Por Teresa Garaizabal. Directora de Amigos RAG.
Falta muy poco para un próximo 8 de marzo, ese Día Internacional de la Mujer en el que recordamos que en nuestra sociedad aún queda mucho por hacer. Una cosa es la ley, ante la que todos seremos iguales, y otra distinta la realidad de nuestros días, donde unos ganan más que otras, donde las expectativas son distintas en función de tu sexo y donde el techo de cristal sigue siendo muy difícil de romper. A la luz de la fecha me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre la presencia femenina en las cocinas.
Las mujeres han tenido desde siempre una destacada presencia en el ámbito de la agricultura y la ganadería. Muchas de esas mujeres del entorno rural dominaban la materia prima y sabían reconocer a la legua los bocados más sabrosos en su justo punto de maduración. Así que no es de extrañar que dispusieran de lo que daba el campo para dar forma a nuevos platos desde sus cocinas. La preparación de comidas suponía una más de las tareas asociadas al rol femenino. Ellas cocinaban, siempre con mucho amor, para que toda la familia disfrutara de esos inolvidables manjares caseros. Hasta hace unos años, ellos solo pasaban por la cocina para felicitar a las artífices del festín. Y así, prácticamente, en todos los hogares españoles.
Preparar la comida era, y en cierta medida, sigue siendo una tarea básicamente encomendada a las mujeres. Se incluye dentro de ese trabajo doméstico en el que el reparto continúa teniendo poco de equitativo de acuerdo a estadísticas recientes del Instituto Nacional de Estadística. Un 70% lo asumen las mujeres, frente a un 30% que hacen los hombres. Las mujeres que trabajan fuera de casa dedican 3 horas y 46 minutos diarios a las actividades de hogar y familia, por 2 horas y 21 minutos los hombres. ¿Por qué entonces los grandes chefs de la historia de la gastronomía o incluso de la actualidad siguen siendo hombres en su gran mayoría?
Desgraciadamente vivimos anclados a patrones que no nos hacen ningún bien. En nuestro imaginario persiste la dicotomía (y la diferenciación) entre chef y cocinera. Las mujeres (las cocineras) cocinan desde el ámbito doméstico y sin contrapartida económica, platos humildes pero sabrosos. Lo hacen estupendamente pero pocos llamarán “creación” a ese fantástico guiso de los domingos. Los hombres (los chefs) son los que ostentan el reconocimiento y la fama de la gastronomía, ‘creando’ (en la grandes cocinas sí que se crea) platos únicos a cambio de un salario. Resulta paradójico que, siendo las mujeres las encargadas de la cocina en un alto porcentaje de los casos, estén tan poco representadas en la alta cocina. Parece que ellos han conseguido dotar a la cocina de auténtico prestigio, elevándola a un nuevo rango y distanciándola de un mero oficio. Quizás esta exposición sea algo simplista, pero tiene mucho de realidad.
Afortunadamente hoy muchas cocineras/chefs han asumido su condición de iguales y buscan su hueco en una profesión eminentemente masculina. Quizás lo tengan un poco más complicado que sus colegas varones, pero eso no tiene por qué pararlas. Tenemos la evidencia de ello en una larga lista de nombres femeninos que están alcanzando la cumbre dentro de la gastronomía española. Sirva este artículo para visibilizar y rendir homenaje a todas ellas. Carmen Ruscalleda, María Marte, Silvia Colloca, María José San Román, Susi Díaz, Elena Arzak, Samantha Vallejo-Nágera, María Selyanina, Celia Jiménez, Aizpea Oihaneder, Beatriz Sotelo, Carmen Vélez, Toñi Vicente, Clara María González de Amezúa... seguramente que me he dejado a alguna de las grandes por el camino, disculpadme por ello. Y a todas, mi más sincera enhorabuena por hacer tan bien vuestro trabajo. Sois una inspiración y un referente para las nuevas generaciones de mujeres chef que están por venir.
Falta muy poco para un próximo 8 de marzo, ese Día Internacional de la Mujer en el que recordamos que en nuestra sociedad aún queda mucho por hacer. Una cosa es la ley, ante la que todos seremos iguales, y otra distinta la realidad de nuestros días, donde unos ganan más que otras, donde las expectativas son distintas en función de tu sexo y donde el techo de cristal sigue siendo muy difícil de romper. A la luz de la fecha me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre la presencia femenina en las cocinas.
Las mujeres han tenido desde siempre una destacada presencia en el ámbito de la agricultura y la ganadería. Muchas de esas mujeres del entorno rural dominaban la materia prima y sabían reconocer a la legua los bocados más sabrosos en su justo punto de maduración. Así que no es de extrañar que dispusieran de lo que daba el campo para dar forma a nuevos platos desde sus cocinas. La preparación de comidas suponía una más de las tareas asociadas al rol femenino. Ellas cocinaban, siempre con mucho amor, para que toda la familia disfrutara de esos inolvidables manjares caseros. Hasta hace unos años, ellos solo pasaban por la cocina para felicitar a las artífices del festín. Y así, prácticamente, en todos los hogares españoles.
Preparar la comida era, y en cierta medida, sigue siendo una tarea básicamente encomendada a las mujeres. Se incluye dentro de ese trabajo doméstico en el que el reparto continúa teniendo poco de equitativo de acuerdo a estadísticas recientes del Instituto Nacional de Estadística. Un 70% lo asumen las mujeres, frente a un 30% que hacen los hombres. Las mujeres que trabajan fuera de casa dedican 3 horas y 46 minutos diarios a las actividades de hogar y familia, por 2 horas y 21 minutos los hombres. ¿Por qué entonces los grandes chefs de la historia de la gastronomía o incluso de la actualidad siguen siendo hombres en su gran mayoría?
Desgraciadamente vivimos anclados a patrones que no nos hacen ningún bien. En nuestro imaginario persiste la dicotomía (y la diferenciación) entre chef y cocinera. Las mujeres (las cocineras) cocinan desde el ámbito doméstico y sin contrapartida económica, platos humildes pero sabrosos. Lo hacen estupendamente pero pocos llamarán “creación” a ese fantástico guiso de los domingos. Los hombres (los chefs) son los que ostentan el reconocimiento y la fama de la gastronomía, ‘creando’ (en la grandes cocinas sí que se crea) platos únicos a cambio de un salario. Resulta paradójico que, siendo las mujeres las encargadas de la cocina en un alto porcentaje de los casos, estén tan poco representadas en la alta cocina. Parece que ellos han conseguido dotar a la cocina de auténtico prestigio, elevándola a un nuevo rango y distanciándola de un mero oficio. Quizás esta exposición sea algo simplista, pero tiene mucho de realidad.
Afortunadamente hoy muchas cocineras/chefs han asumido su condición de iguales y buscan su hueco en una profesión eminentemente masculina. Quizás lo tengan un poco más complicado que sus colegas varones, pero eso no tiene por qué pararlas. Tenemos la evidencia de ello en una larga lista de nombres femeninos que están alcanzando la cumbre dentro de la gastronomía española. Sirva este artículo para visibilizar y rendir homenaje a todas ellas. Carmen Ruscalleda, María Marte, Silvia Colloca, María José San Román, Susi Díaz, Elena Arzak, Samantha Vallejo-Nágera, María Selyanina, Celia Jiménez, Aizpea Oihaneder, Beatriz Sotelo, Carmen Vélez, Toñi Vicente, Clara María González de Amezúa... seguramente que me he dejado a alguna de las grandes por el camino, disculpadme por ello. Y a todas, mi más sincera enhorabuena por hacer tan bien vuestro trabajo. Sois una inspiración y un referente para las nuevas generaciones de mujeres chef que están por venir.
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