Alimentando el futuro
Noticia -29/04/2016
Por Teresa Garaizabal
Directora de la Asociación de Amigos de la Real Academia de Gastronomía
Actualmente la UNESCO tiene declaradas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad las cocinas tradicionales mexicana, japonesa, francesa y, la que a nosotros más nos afecta, la mediterránea. No es el momento de recordar las probadas bondades de esta cultura culinaria que tenemos el privilegio de disfrutar, pero sí para enlazar con un aspecto que cada día se presenta como más ineludible, la cocina sostenible y de proximidad.
Quienes tengan ya una cierta edad podrán recordar -y añorar- sabores que parecen haber desaparecido en esta actualidad de consumo voraz y precipitado. Y también recordarán cómo las familias disponían en su entorno de distintas tiendas en las que las madres solían adquirir los productos necesarios para la alimentación diaria de la familia, y decimos “las madres” porque eran ellas las que se ocupaban en un porcentaje abrumador. No hablamos del clásico “cualquier tiempo pasado fue mejor” (los medios de los que se disponía eran rudimentarios y escasos comparados con los actuales), pero con la evolución no cabe duda que algo se ha perdido.
Tras la avalancha de las grandes corporaciones alimentarias, macro superficies, comida rápida etc., se camufla una “cultura” del desperdicio y de compras compulsivas de productos, a menudo, innecesarios y, lo que es peor, de dudoso origen y calidad. Es por ello y porque vivimos en un medio ambiente limitado, por lo que cada día surgen más voces que abogan por un retorno a lo próximo, a lo local. En suma, a una cultura culinaria más sostenible y atenta a nuestro entorno.
Tenemos la suerte de vivir en un país en el que las frutas y verduras reinan. Hemos de preguntarnos si es necesario consumir naranjas chilenas en agosto, cuando podemos disponer de las mejores del mundo… en su época lógica. Y lo mismo ocurre con innumerables variedades que enriquecen nuestra cocina. No es tan complicado seleccionar y acudir a quienes nos ofrecen productos más próximos, que no requieren de largos transportes y mantenimientos prolongados. El paladar y la salud nos lo sabrán agradecer, pero uno y otro no son los únicos beneficiados.
Nuestro medioambiente está exhausto ante una población mundial que crece exponencialmente y a la que hay que alimentar cada día. Ya somos 7.300 millones de personas. La forma en la que consumamos va a ser determinante de lo que viene para el futuro. Muchos de los que vivimos en primer mundo podemos elegir. Entre comprar indiscriminadamente, sin tener en cuenta temporadas ni etiquetas, o meter en el carrito lo más sabroso, fresco y sostenible de esta temporada. Con un simple gesto de muchos de nosotros, comeremos mejor, y mucho más importante que eso, comeremos todos.
Directora de la Asociación de Amigos de la Real Academia de Gastronomía
Actualmente la UNESCO tiene declaradas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad las cocinas tradicionales mexicana, japonesa, francesa y, la que a nosotros más nos afecta, la mediterránea. No es el momento de recordar las probadas bondades de esta cultura culinaria que tenemos el privilegio de disfrutar, pero sí para enlazar con un aspecto que cada día se presenta como más ineludible, la cocina sostenible y de proximidad.
Quienes tengan ya una cierta edad podrán recordar -y añorar- sabores que parecen haber desaparecido en esta actualidad de consumo voraz y precipitado. Y también recordarán cómo las familias disponían en su entorno de distintas tiendas en las que las madres solían adquirir los productos necesarios para la alimentación diaria de la familia, y decimos “las madres” porque eran ellas las que se ocupaban en un porcentaje abrumador. No hablamos del clásico “cualquier tiempo pasado fue mejor” (los medios de los que se disponía eran rudimentarios y escasos comparados con los actuales), pero con la evolución no cabe duda que algo se ha perdido.
Tras la avalancha de las grandes corporaciones alimentarias, macro superficies, comida rápida etc., se camufla una “cultura” del desperdicio y de compras compulsivas de productos, a menudo, innecesarios y, lo que es peor, de dudoso origen y calidad. Es por ello y porque vivimos en un medio ambiente limitado, por lo que cada día surgen más voces que abogan por un retorno a lo próximo, a lo local. En suma, a una cultura culinaria más sostenible y atenta a nuestro entorno.
Tenemos la suerte de vivir en un país en el que las frutas y verduras reinan. Hemos de preguntarnos si es necesario consumir naranjas chilenas en agosto, cuando podemos disponer de las mejores del mundo… en su época lógica. Y lo mismo ocurre con innumerables variedades que enriquecen nuestra cocina. No es tan complicado seleccionar y acudir a quienes nos ofrecen productos más próximos, que no requieren de largos transportes y mantenimientos prolongados. El paladar y la salud nos lo sabrán agradecer, pero uno y otro no son los únicos beneficiados.
Nuestro medioambiente está exhausto ante una población mundial que crece exponencialmente y a la que hay que alimentar cada día. Ya somos 7.300 millones de personas. La forma en la que consumamos va a ser determinante de lo que viene para el futuro. Muchos de los que vivimos en primer mundo podemos elegir. Entre comprar indiscriminadamente, sin tener en cuenta temporadas ni etiquetas, o meter en el carrito lo más sabroso, fresco y sostenible de esta temporada. Con un simple gesto de muchos de nosotros, comeremos mejor, y mucho más importante que eso, comeremos todos.
¿ACCEDER A MI CUENTA?