Las grandes empresas alimentarias recuperan el semáforo nutricional
Noticia -28/03/2017
Por AmigosRAG.
Hace pocos días seis de las principales compañías del sector alimentario del mundo anunciaban su intención de poner en marcha el polémico etiquetado del semáforo nutricional para el entorno europeo. Mars, Coca-Cola, Nestlé, Mondelez, PepsiCo y Unilever se alinean ahora con esta fórmula aparentemente intuitiva y accesible para todos los públicos para comunicar las características nutricionales de los alimentos.
Implantado en Reino Unido en 2013, el semáforo nutricional parte de tres colores básicos: verde, amarillo y rojo, con los que se indica si un alimento tiene una cantidad alta (naranja), media (amarillo) o baja (verde) de calorías, azúcar, grasa, grasa saturada y sal. Partiendo de una ración o de 100 gramos de producto, el semáforo viene a indicar si un determinado alimento puede ser ingerido ocasional, regularmente o de forma diaria según indiquen los mencionados colores. A un golpe de vista dispondremos de valiosa información nutricional sobre el producto, razón por la cual esta medida ha sido aplaudida por numerosos nutricionistas que la consideran como un modo intuitivo y entendible por gran público de vigilar lo que se compra en el supermercado. Que abunde el naranja entre los cinco parámetros analizados no nos dice nada bueno, estamos ante un alimento cargado de calorías, azúcar, grasa, grasa saturada o de sal, cuya ingesta solo puede ser esporádica. Que el semáforo esté formado por verdes, o incluso, por algún amarillo nos dice que estamos ante un alimento saludable que podemos consumir tranquilamente en nuestro día a día. Hasta aquí todo parece correcto. Pero la cosa se complica cuando la teoría pasa a la realidad y comparamos productos de distintas categorías y cualidades.
Aceite de oliva, fruta fresca, frutos secos, miel… todos ellos son alimentos saludables que han de tener buena presencia en nuestra dieta, incluso de forma diaria. Sin embargo su semáforo nutricional puede transmitir una idea muy distinta. El aceite de oliva dará naranja en grasas y calorías, algunas frutas y verduras frescas (como el plátano o el aguacate) pueden arrojar altos contenidos de azúcares o de grasas, los frutos secos impresionarán al consumidor con su alto nivel de grasas, grasas saturadas y calorías y la miel será un auténtico disparate de calorías y de azúcar. Frente a todos ellos un refresco de cola edulcorado puede parecer el colmo de la virtud, con su pleno al verde en los cinco criterios analizados. ¿Es entonces más sano el refresco de cola que los alimentos anteriores? Obviamente no, simplemente estamos comparando alimentos que nada tienen que ver en cuanto a propiedades, poder saciante o cantidades que consumimos de ese alimento en una ingesta.
La posición de Isabel García Tejerina, Ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente sobre este tema es tajante. La simplicidad del semáforo nutricional hace que se obvie información nutricional relevante para el consumidor, como por ejemplo que las grasas del aceite de oliva o los frutos secos son altamente beneficiosos para la salud, e incluso ayudan a frenar la obesidad. En declaraciones realizadas el año pasado ante el Consejo de Ministros Europeos, García Tejerina señalaba: "aparte de la distorsión que pueda tener o la confusión que pueda inducir a los consumidores, también es una ruptura de la unidad de mercado" y recordó que "una de las fortalezas de las que disponemos en la UE es el mercado único, que todos debemos respetar". Nos preguntamos cómo habrá recibido la Ministra la iniciativa de los seis gigantes de la industria alimentaria. Sobre todo a la vista de que Mars, Coca-Cola, Nestlé, Mondelez, PepsiCo y Unilever hayan optado por implantar el semáforo nutricional de una forma, cuanto menos, interesada. Eligiendo pequeñísimos tamaños de ración que les garanticen la preciada etiqueta verde.
Hace pocos días seis de las principales compañías del sector alimentario del mundo anunciaban su intención de poner en marcha el polémico etiquetado del semáforo nutricional para el entorno europeo. Mars, Coca-Cola, Nestlé, Mondelez, PepsiCo y Unilever se alinean ahora con esta fórmula aparentemente intuitiva y accesible para todos los públicos para comunicar las características nutricionales de los alimentos.
Implantado en Reino Unido en 2013, el semáforo nutricional parte de tres colores básicos: verde, amarillo y rojo, con los que se indica si un alimento tiene una cantidad alta (naranja), media (amarillo) o baja (verde) de calorías, azúcar, grasa, grasa saturada y sal. Partiendo de una ración o de 100 gramos de producto, el semáforo viene a indicar si un determinado alimento puede ser ingerido ocasional, regularmente o de forma diaria según indiquen los mencionados colores. A un golpe de vista dispondremos de valiosa información nutricional sobre el producto, razón por la cual esta medida ha sido aplaudida por numerosos nutricionistas que la consideran como un modo intuitivo y entendible por gran público de vigilar lo que se compra en el supermercado. Que abunde el naranja entre los cinco parámetros analizados no nos dice nada bueno, estamos ante un alimento cargado de calorías, azúcar, grasa, grasa saturada o de sal, cuya ingesta solo puede ser esporádica. Que el semáforo esté formado por verdes, o incluso, por algún amarillo nos dice que estamos ante un alimento saludable que podemos consumir tranquilamente en nuestro día a día. Hasta aquí todo parece correcto. Pero la cosa se complica cuando la teoría pasa a la realidad y comparamos productos de distintas categorías y cualidades.
Aceite de oliva, fruta fresca, frutos secos, miel… todos ellos son alimentos saludables que han de tener buena presencia en nuestra dieta, incluso de forma diaria. Sin embargo su semáforo nutricional puede transmitir una idea muy distinta. El aceite de oliva dará naranja en grasas y calorías, algunas frutas y verduras frescas (como el plátano o el aguacate) pueden arrojar altos contenidos de azúcares o de grasas, los frutos secos impresionarán al consumidor con su alto nivel de grasas, grasas saturadas y calorías y la miel será un auténtico disparate de calorías y de azúcar. Frente a todos ellos un refresco de cola edulcorado puede parecer el colmo de la virtud, con su pleno al verde en los cinco criterios analizados. ¿Es entonces más sano el refresco de cola que los alimentos anteriores? Obviamente no, simplemente estamos comparando alimentos que nada tienen que ver en cuanto a propiedades, poder saciante o cantidades que consumimos de ese alimento en una ingesta.
La posición de Isabel García Tejerina, Ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente sobre este tema es tajante. La simplicidad del semáforo nutricional hace que se obvie información nutricional relevante para el consumidor, como por ejemplo que las grasas del aceite de oliva o los frutos secos son altamente beneficiosos para la salud, e incluso ayudan a frenar la obesidad. En declaraciones realizadas el año pasado ante el Consejo de Ministros Europeos, García Tejerina señalaba: "aparte de la distorsión que pueda tener o la confusión que pueda inducir a los consumidores, también es una ruptura de la unidad de mercado" y recordó que "una de las fortalezas de las que disponemos en la UE es el mercado único, que todos debemos respetar". Nos preguntamos cómo habrá recibido la Ministra la iniciativa de los seis gigantes de la industria alimentaria. Sobre todo a la vista de que Mars, Coca-Cola, Nestlé, Mondelez, PepsiCo y Unilever hayan optado por implantar el semáforo nutricional de una forma, cuanto menos, interesada. Eligiendo pequeñísimos tamaños de ración que les garanticen la preciada etiqueta verde.
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