Los anti que nos protegen
Noticia -01/08/2016
¿Puede una misma planta tener propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, antimicrobianas y antifúngicas? Sí, la naturaleza no deja de sorprendernos y las hojas de árbol de la moringa crecen de forma congénita con todos estos "anti" que, al final, son indudables protectores.
Por Antonella Ruggiero Sansone
Lo escribíamos hace algo más de dos meses: la Organización Mundial de la Salud pronostica una inexorable, terrible, alarmante (adicione usted aquí los adjetivos que estime más oportunos) epidemia de obesidad en España en 2030 –que está a solo 14 años de hoy– y en 2025 habrá 77 millones de niños con sobrepeso.
Traigo a colación estos fatídicos vaticinios porque, afortunadamente, empezamos a ver un, aún tibio, cambio de rumbo que avista una certera tendencia a favor de los superalimentos, de un estilo de vida saludable y una nutrición más consciente y sostenible.
Incluso, los siempre temidos anti (sobre todo los antibióticos) podrían empezar a ser grandes aliados siempre que sean naturales y sus efectos secundarios no generen el efecto bola de nieve al que casi siempre van asociados muchos fármacos.
A mis manos han llegado varios estudios que corroboran estos efectos en la moringa (planta originaria de la India, aclimatado a los climas tropicales, sobre todo en Paraguay y en su cultura) y que, como bien explicaba Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía y de la Academia Iberoamericana de Gastronomía, se conoce como “el árbol de la vida”, porque es rico en nutrientes y antioxidantes. Pero también es anti… y lo comentaré a continuación.
ANTIOXIDANTE. Además de poder retrasar o prevenir la formación de radicales libres, se está usando como tratamiento para accidentes cerebrovasculares y enfermedades neurodegenerativas.
ANTIMICROBIANO. Estudios científicos corroboran su acción sobre microorganismos patógenos, caso del Staphylococcus aureus, responsable de la conjuntivitis.
ANTIFÚNGICO. Investigadores guatemaltecos hallaron propiedades que combaten los hongos de la piel en los aceites esenciales de las hojas de moringa, sobre todo contra el famoso “pie de atleta”, y otras enfermedades cutáneas típicas de las zonas tropicales.
ANTIINFLAMATORIO Y ANTIHIPERTENSIVO. Se ha comprobado su efecto sobre las inflamaciones. Incluso, un estudio de 2008 publicado en la revista Pastos y Forrajes, de abril-junio de 2013, comprobó que alivia el asma. En la medicina india, la moringa se usa para tratar la diabetes y la hipertensión arterial.
ANTICOLESTEROLÉMICO Y ANTIDIABÉTICO. La moringa, como parte de la alimentación, puede ser beneficiosa frente al exceso de colesterol LDL (el malo) y la diabetes tipo II. Así concluye, entre otros, un estudio publicado en Journal of Ethnopharmacology, en el que se afirma que “el polvo de hojas de moringa oleifera ayuda a reducir los niveles de glucosa y colesterol de forma natural".
“Difícilmente encontramos hoy un alimento natural sin procesar con tantos ‘anti’, todos dados por la generosa naturaleza… una fuente casi perfecta de nutrientes en variedad y proporciones que nuestro organismo reconoce y agradece”, como explican desde Yguá Moringa.
Por Antonella Ruggiero Sansone
Lo escribíamos hace algo más de dos meses: la Organización Mundial de la Salud pronostica una inexorable, terrible, alarmante (adicione usted aquí los adjetivos que estime más oportunos) epidemia de obesidad en España en 2030 –que está a solo 14 años de hoy– y en 2025 habrá 77 millones de niños con sobrepeso.
Traigo a colación estos fatídicos vaticinios porque, afortunadamente, empezamos a ver un, aún tibio, cambio de rumbo que avista una certera tendencia a favor de los superalimentos, de un estilo de vida saludable y una nutrición más consciente y sostenible.
Incluso, los siempre temidos anti (sobre todo los antibióticos) podrían empezar a ser grandes aliados siempre que sean naturales y sus efectos secundarios no generen el efecto bola de nieve al que casi siempre van asociados muchos fármacos.
A mis manos han llegado varios estudios que corroboran estos efectos en la moringa (planta originaria de la India, aclimatado a los climas tropicales, sobre todo en Paraguay y en su cultura) y que, como bien explicaba Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía y de la Academia Iberoamericana de Gastronomía, se conoce como “el árbol de la vida”, porque es rico en nutrientes y antioxidantes. Pero también es anti… y lo comentaré a continuación.
ANTIOXIDANTE. Además de poder retrasar o prevenir la formación de radicales libres, se está usando como tratamiento para accidentes cerebrovasculares y enfermedades neurodegenerativas.
ANTIMICROBIANO. Estudios científicos corroboran su acción sobre microorganismos patógenos, caso del Staphylococcus aureus, responsable de la conjuntivitis.
ANTIFÚNGICO. Investigadores guatemaltecos hallaron propiedades que combaten los hongos de la piel en los aceites esenciales de las hojas de moringa, sobre todo contra el famoso “pie de atleta”, y otras enfermedades cutáneas típicas de las zonas tropicales.
ANTIINFLAMATORIO Y ANTIHIPERTENSIVO. Se ha comprobado su efecto sobre las inflamaciones. Incluso, un estudio de 2008 publicado en la revista Pastos y Forrajes, de abril-junio de 2013, comprobó que alivia el asma. En la medicina india, la moringa se usa para tratar la diabetes y la hipertensión arterial.
ANTICOLESTEROLÉMICO Y ANTIDIABÉTICO. La moringa, como parte de la alimentación, puede ser beneficiosa frente al exceso de colesterol LDL (el malo) y la diabetes tipo II. Así concluye, entre otros, un estudio publicado en Journal of Ethnopharmacology, en el que se afirma que “el polvo de hojas de moringa oleifera ayuda a reducir los niveles de glucosa y colesterol de forma natural".
“Difícilmente encontramos hoy un alimento natural sin procesar con tantos ‘anti’, todos dados por la generosa naturaleza… una fuente casi perfecta de nutrientes en variedad y proporciones que nuestro organismo reconoce y agradece”, como explican desde Yguá Moringa.
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