El futuro de la pesca y la acuicultura
Noticia -21/03/2017
Por AmigosRAG
A nadie se le escapa la importancia de incluir el pescado en la dieta desde edades tempranas. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda su ingesta dos veces por semana. Un informe de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR), La acuicultura en España 2016, describe los beneficios de dicha ingesta porque, entre otros componentes, el pescado contiene aminoácidos esenciales para la salud, además de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (Omega 3) y por ser una fuente importante de vitaminas y micronutrientes minerales, como el calcio, el fósforo y yodo, entre otros. No en vano el pescado es parte crucial de la dieta mediterránea.
Aunque el consumo de pescado per cápita ha ido aumentado en los países industrializados hasta los 26,8 kg, en 2013 se mantenía la brecha entre los países de bajos ingresos y los de altos. En los primeros su consumo sigue siendo muy inferior al de las regiones más desarrolladas, aunque tal diferencia se está reduciendo.
Sin embargo, cabe preguntarse si la constante, y a veces descontrolada, explotación de mares y océanos nos va a permitir disponer de una provisión suficiente a nivel global. A ello intenta responder el último informe de la FAO sobre El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2016. En él se señala que la pesca y la acuicultura han de desempeñar un papel preponderante en el logro de una seguridad alimentaria y nutricional a nivel global, máxime si tenemos en cuenta el cálculo de la propia FAO que afirma que la población mundial alcanzará los 9.700 millones de personas en el año 2050. Estamos ante un desafío de enorme trascendencia.
Según el citado informe, en el año 2014 la población mundial consumió por primera vez más pescado cultivado que extraído de su medio natural. Por otra parte, y en la pesca extractiva, el 31,4% de las poblaciones de peces sufrían sobre-explotación. Ambas formas requieren de ajustes en aras de su sostenibilidad, en especial tras conocer los objetivos sociales, económicos y ambientales de Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París.
En lo relativo a la pesca extractiva señala la FAO que la implementación de medidas más eficaces en la gestión ha permitido el descenso del número de desembarques, principalmente en el Atlántico noroccidental, lo que generado la recuperación paulatina de algunas especies como el halibut y la platija, entre otras, circunstancia que no se ha dado en el bacalao.
Por el contrario, ese mismo informe considera “alarmante” la situación en el Mediterráneo y el Mar Negro por una sobre-explotación insostenible del 59% de las especies, como la merluza o el lenguado. Preocupan también las especies invasoras por el cambio climático, sobre todo en el Mediterráneo oriental.
En vistas al futuro, la FAO, en colaboración con otros organismos, tienen en marcha o en proyecto diversas medidas para lograr la sostenibilidad de la pesca en pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. Combatir la pesca ilegal, la promoción de la pesca en pequeña escala, una gestión pesquera global sostenible y la conservación de la biodiversidad en las áreas fuera de la jurisdicción nacional, son algunas de esas medidas.
Considera el informe de la FAO que una parte importante del aumento del consumo de pescado en las últimas décadas está influido notablemente por el crecimiento de la acuicultura. Aunque se podría afirmar que dicha actividad ha logrado “democratizar” el consumo de pescado, no es menos cierto que la acuicultura ha de afrontar también desafíos presentes y futuros en aras a la sostenibilidad y a su influencia en el medio ambiente y la salud humana.
Aun siendo España el primer país de la Unión Europea de producción en acuicultura, la APROMAR reconoce en el informe antes citado la necesidad de no dormirse en los laureles. Para ello, y al igual que en otras actividades económicas, han de primar las iniciativas de investigación e innovación para optimizar la eficiencia y la productividad. El objetivo básico es conseguir un mejor conocimiento sobre el mantenimiento de la buena salud de los peces, la optimización de los piensos y la mejora de la gestión de las granjas. Todo ello con el objetivo de lograr la mayor sostenibilidad posible, en la que todos, empresarios y profesionales del sector, así como la clase política, las administraciones públicas, y la sociedad en general deben estar implicados.
A nadie se le escapa la importancia de incluir el pescado en la dieta desde edades tempranas. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda su ingesta dos veces por semana. Un informe de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR), La acuicultura en España 2016, describe los beneficios de dicha ingesta porque, entre otros componentes, el pescado contiene aminoácidos esenciales para la salud, además de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (Omega 3) y por ser una fuente importante de vitaminas y micronutrientes minerales, como el calcio, el fósforo y yodo, entre otros. No en vano el pescado es parte crucial de la dieta mediterránea.
Aunque el consumo de pescado per cápita ha ido aumentado en los países industrializados hasta los 26,8 kg, en 2013 se mantenía la brecha entre los países de bajos ingresos y los de altos. En los primeros su consumo sigue siendo muy inferior al de las regiones más desarrolladas, aunque tal diferencia se está reduciendo.
Sin embargo, cabe preguntarse si la constante, y a veces descontrolada, explotación de mares y océanos nos va a permitir disponer de una provisión suficiente a nivel global. A ello intenta responder el último informe de la FAO sobre El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2016. En él se señala que la pesca y la acuicultura han de desempeñar un papel preponderante en el logro de una seguridad alimentaria y nutricional a nivel global, máxime si tenemos en cuenta el cálculo de la propia FAO que afirma que la población mundial alcanzará los 9.700 millones de personas en el año 2050. Estamos ante un desafío de enorme trascendencia.
Según el citado informe, en el año 2014 la población mundial consumió por primera vez más pescado cultivado que extraído de su medio natural. Por otra parte, y en la pesca extractiva, el 31,4% de las poblaciones de peces sufrían sobre-explotación. Ambas formas requieren de ajustes en aras de su sostenibilidad, en especial tras conocer los objetivos sociales, económicos y ambientales de Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París.
En lo relativo a la pesca extractiva señala la FAO que la implementación de medidas más eficaces en la gestión ha permitido el descenso del número de desembarques, principalmente en el Atlántico noroccidental, lo que generado la recuperación paulatina de algunas especies como el halibut y la platija, entre otras, circunstancia que no se ha dado en el bacalao.
Por el contrario, ese mismo informe considera “alarmante” la situación en el Mediterráneo y el Mar Negro por una sobre-explotación insostenible del 59% de las especies, como la merluza o el lenguado. Preocupan también las especies invasoras por el cambio climático, sobre todo en el Mediterráneo oriental.
En vistas al futuro, la FAO, en colaboración con otros organismos, tienen en marcha o en proyecto diversas medidas para lograr la sostenibilidad de la pesca en pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. Combatir la pesca ilegal, la promoción de la pesca en pequeña escala, una gestión pesquera global sostenible y la conservación de la biodiversidad en las áreas fuera de la jurisdicción nacional, son algunas de esas medidas.
Considera el informe de la FAO que una parte importante del aumento del consumo de pescado en las últimas décadas está influido notablemente por el crecimiento de la acuicultura. Aunque se podría afirmar que dicha actividad ha logrado “democratizar” el consumo de pescado, no es menos cierto que la acuicultura ha de afrontar también desafíos presentes y futuros en aras a la sostenibilidad y a su influencia en el medio ambiente y la salud humana.
Aun siendo España el primer país de la Unión Europea de producción en acuicultura, la APROMAR reconoce en el informe antes citado la necesidad de no dormirse en los laureles. Para ello, y al igual que en otras actividades económicas, han de primar las iniciativas de investigación e innovación para optimizar la eficiencia y la productividad. El objetivo básico es conseguir un mejor conocimiento sobre el mantenimiento de la buena salud de los peces, la optimización de los piensos y la mejora de la gestión de las granjas. Todo ello con el objetivo de lograr la mayor sostenibilidad posible, en la que todos, empresarios y profesionales del sector, así como la clase política, las administraciones públicas, y la sociedad en general deben estar implicados.
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